Cuando el Alma concluye su recorrido de vida atraviesa tres etapas principales:
La primera es cuando realiza la evaluación de lo aprendido y de lo no aprendido en la vida que acaba de transitar.
La segunda es cuando realiza la síntesis evolutiva de su recorrido hasta el momento y decide que nuevos aprendizajes va a transitar a partir de ahora.
Y la tercera es cuando decide volver a encarnar.
Los tiempos y los pasos dados en cada uno de las etapas son diferentes en cada caso. No existe una medida general de lo que cada Alma necesita revisar y los pasos que da antes de volver a emprender una nueva vida.
Antes de la primera etapa muchas Almas deciden quedarse a acompañar a los seres queridos o familiares directos que siguen aquí. Unas veces para entregarles mensajes, otras para acompañarlos y ayudarlos en tareas y decisiones de vida pendientes y en otros casos para hacer contacto con ellos en sueños, en visiones o en circunstancias de la vida cotidiana, para darles calma y tranquilidad diciéndoles que están bien, que no deben preocuparse por ellos, y eso nos ayuda con que el proceso de duelo sea más fácil de transitar.
Ninguna de las Almas encarnadas que parten son “Ángeles Guardianes” de nosotros. Todos tenemos 2 o 3 Ángeles de la Guarda que se encargan de acompañarnos durante toda nuestra vida. Pero en algunos casos, cuando quien partió era una persona muy querida e importante para nosotros, su Alma decide acompañarnos muy de cerca para seguir brindándonos su apoyo y su amor, tan de cerca y con tanto amor que los podemos sentir como nuestros Ángeles Guardianes.
Pero no lo son.. siguen siendo el Alma con la que tanta afinidad y tan cerca nos sentimos cuando estaba encarnada. Y cuando esto pasa es porque existe un vínculo álmico entre ellos y nosotros que no se termina con la muerte física.
Por ejemplo, es muy común que los abuelos se queden un tiempo acompañando a sus nietos en su recorrido de vida, o padres y madres a hijos o hijas.
Un tiempo que puede ir desde meses hasta algunos años.
Una vez que esa Alma cerró su acompañar a sus seres queridos, lo que sigue es la primera etapa de su evolución. Es ahí donde se encuentra con Ángeles y Seres de Luz que la acompañan y la asisten en su revisión de los aprendizajes de vida que completó y de los que no completó.
Nuestra Alma decide antes de nacer los desafíos, aprendizajes y potenciales que va a experimentar en cada encarnación, de nosotros depende tomar las decisiones y caminos correctos que estén alineados con Su propósito y no solamente con el nuestro, es decir el de nuestra mente, nuestras emociones, nuestras creencias, etc.
No existe juicio alguno para los aprendizajes que no nos animamos a tomar ni para los caminos que no nos animamos a recorrer, eso simplemente retrasa nuestra posibilidad de ser felices en nuestra vida terrenal y deja para una próxima venida del Alma la posibilidad de que se vuelvan a ofrecer.
Una vez que realizó la revisión y comprensión más amplia de sus aprendizajes de vida, pasa a un siguiente plano de “revisión álmico” donde realiza la síntesis evolutiva de su recorrido terrenal. En este punto ya dejamos de tener contacto directo y constante con ella porque se embarcó en un plano de aprendizaje que está dirigido a los procesos álmicos, donde se incluye también nuestro Espíritu, nuestro Ser Cósmico y nuestra conciencia evolutiva universal. Conciencias que aún no manejamos en nutra vida diaria, pero que sí son asuntos referentes a Su evolución.
En estas instancias es donde se define qué siguiente paso dará, si vuelve a encarnar, si lo hará en el mismo núcleo familiar o si seguirá su aprendizaje acompañando desde “arriba” como un Ser de Luz a los integrantes de su núcleo familiar cósmico.
Muchas veces la familia terrenal no perteneces a nuestro núcleo familiar cósmico, o no todos los integrantes. El cometido de nuestra familia terrenal es el de darnos una nueva instancia de vida y brindarnos los desafíos de aprendizaje que decidimos emprender. Desafíos que comenzaremos a manejar de manera conciente en nuestra vida adulta, no cuando somos niños.
Y todos estos desafíos y “obstáculos” nos los brindan en el ADN espiritual, de conciencia a conciencia, es decir simplemente siendo.
A lo que debemos un profundo agradecimiento, ya que cuando más grande los desafíos y las diferencias con nosotros, mayor será el aprendizaje realizado (si decidimos transitarlos obviamente).
Tanto en la primera etapa como en la segunda, nosotros podemos mantener un contacto con ellos o ellas tan fluido como sea posible para nuestro nivel de conciencia y desarrollo.
Muchas veces el quedarnos sufriendo el desapego terrenal de ese ser querido que ya no está, es lo único que nos evita sentirlo y escucharlo desde el plano donde se encuentra ahora.
Y una vez que realiza la síntesis y puesta a punto evolutiva, es cuando decide si vuelve a encarnar. Si lo hace, ahí sí dejamos de tener ese contacto sutil que podíamos mantener porque a partir de ese momento va a estar en un nuevo cuerpo con una nueva realidad. Que puede ser dentro de nuestra misma familia o no.
Hay casos en donde se reconoce en los ojos de un recién nacido la mirada de un familiar que partió hace unos años, y es porque es él mismo.
Inclusive hay personas que al despedirse les dicen a sus seres queridos: “tranquilos que vuelvo”, y eso es así.
Pero esto no responde a nuestro deseo, hay casos en donde proyectamos en una nueva vida el deseo de que reemplace, por ejemplo, a un hermano o primo fallecido.
Y en esto debemos tener especial cuidado ya que le transferimos a ese niño o niña la carga de nuestros asuntos no resueltos y eso es una carga que puede llegar a pesarles mucho.
En síntesis.. en el maravilloso mundo de evolución de las Almas, reina el amor y la verdad divina. Es una realidad velada para nuestro entendimiento por el momento. Pero es algo que desde su plano de conciencia se vive con total naturalidad.
El proceso de nacimiento y de muerte son ambos aceptados por igual, sabiendo que cada uno ofrece instancias de aprendizaje diferentes pero ambos son parte de una misma realidad álmica en este hermoso planeta.